Frutas como la mandarina, el mango, el lulo y el tamarindo se podrían en los solares ante la vista indiferente de sus propietarios. Al ver tanta riqueza perdida, la concejal Ana María Álvarez Peláez se dio a la tarea de animar a un grupo de mujeres cabezas de familia para que les sacaran el jugo a las frutas.

Fue así como prestó su finca, regaló una parte de la cosecha de frutas, les compró la herramienta de trabajo y les facilitó un corredor para que procesaran la pulpa. Tan exitoso resultó el experimento que el grupo se lanzó a conformar la Asociación de Mujeres de Sopetrán Ámame.
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